La Facturación Electrónica ha venido a Panamá a mejorar el sistema de emisión de documentos electrónicos. Con esta herramienta, los panameños se verán enormemente beneficiados, por las múltiples ventajas que ya hemos mencionado anteriormente. Entre tantos beneficios, hay uno que resulta revolucionario: el hecho de que ya no es necesario imprimir facturas. Por todo esto, puede afirmarse que hay un actor en la emisión de facturas que resultará el gran perdedor de esta digitalización: las impresoras fiscales y todos sus componentes derivados. Con todos sus costos, el mantenimiento que requieren y el espacio que ocupan, pero sobre todo porque ya no son necesarias, las impresoras tradicionales simplemente no tienen esperanza de vida.
Con este panorama, pareciera ilógico que alguien quisiera comprar un artefacto que ocupa espacio, requiere mantenimiento constante y demanda la compra de insumos tales como papel y tinta, siendo que la Facturación Electrónica le permite evitar todo eso y ahorrar todo ese tiempo y dinero al emitir comprobantes digitales desde cualquier dispositivo con acceso a internet.
Sobre este aspecto, el CEO de GuruSoft, el MBA Rafael Montero, expresa que “las impresoras fiscales pronto serán algo decorativo, un objeto pintoresco, un recuerdo de una época que ya no existe. Es algo natural en una sociedad que evoluciona constantemente, algunos elementos dejan de servir para dar paso a otros superadores”.
En el mismo sentido, para terminar de graficar lo que les espera a las impresoras fiscales por medio de ejemplos reales, el mismo Montero complementó: “Las carretas, las máquinas de escribir y los bloques de hielo fueron muy útiles en algún momento, pero hoy todos preferimos viajar en un automóvil, escribir en un ordenador y conservar nuestros alimentos en una nevera. Así es la vida, si la tecnología ofrece algo mejor, no hay ningún motivo para no aprovecharlo”.
Tal parece que las impresoras fiscales, ese pequeño motivo de pesadillas para muchos negociantes, que se averiaban y hacían imposible trabajar, que se quedaban sin tinta, que se trababan y requerían mantenimiento constante y costoso, han llegado a su fin. No hay mal que por bien no venga reza un dicho popular, en este caso es un bien que viene a reemplazar a un mal. En buena hora llega.